Javier Jurado
En estos tiempos postmodernos, filosofía y poesía van unidas de la mano en su capacidad para evocar sentimientos, estimular proyectos, invitar a la reflexión, movilizar a la acción,… y para despertar a una realidad inadvertida. La poesía desempeña un rol indudablemente más estético, y juega con metáforas e imágenes menos pendiente de la rigurosidad de su discurso. La filosofía, por su parte, es heredera de la pretensión de verdad que la alumbró, y que aún le obliga a cumplir con ciertas formas de racionalidad, guardando cierta coherencia interna. Pero ambas echan mano la una de la otra para alumbrarnos, aunque sea desde cierta ambigüedad, pues incluso en esta época postmetafísica sigue siendo cierto que, como decía hace poco Antonio Lucas, narrar es la forma más primitiva de alumbrarnos después del fuego.
En las letras de sus canciones, el cantautor Ismael Serrano bebe, indudablemente, de una constelación de fuentes literarias y filosóficas que se distribuyen en torno a la que Habermas llamó izquierda hegeliana. Y son muchas las canciones de su repertorio en las que poesía y filosofía – anudadas por la estética de la música – caminan de la mano, intercalando entre imágenes y figuras literarias, ideas de arraigada tradición. Pero he querido, en esta ocasión, extraer este maridaje a propósito de la canción Despierta, que el madrileño, vallecano para más señas, publicó en su disco Todo empieza y todo acaba en ti. Sin duda la interpretación que aquí ofrezco es subjetiva. Así que discúlpeseme si introduzco lecturas que no estaban en el original, y obvio otras que sí lo estaban. Éstas son las que fundamentalmente yo obtuve.

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