Javier Jurado
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Decía Nietzsche a finales del XIX que lo que no nos mata nos hace más fuertes. Crítico con los débiles que renegaban de la vida, ¿qué opinaría de nuestras vidas acomodadas actuales? ¿puede el progreso cultural y en especial el tecnocientífico, que tanto éxito nos ha dado como especie, llegar a traicionarnos y poner en peligro nuestro futuro al sobreprotegernos? Tras un breve repaso del sílex al bisturí, lanzo algunas reflexiones sobre los peligros de ser niños de cuna blanda a lomos de un progreso acelerado que hace mucho atravesó su punto de no retorno.
El punto de no retorno cultural
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