Archivo de la etiqueta: Rorty

Gradiente ético (I): En busca de la ética formal

Javier Jurado

A estas alturas del partido, es difícil pensar que nuestros valores morales sean absolutos o puedan jerarquizarse de forma absoluta. Más allá de las imposiciones dogmáticas, esa normatividad ha tratado históricamente de fundamentarse mediante la razón, buscando la estructura formal que debe cumplir el contenido moral para ser universalmente válido. Pero al rastrear científicamente nuestro origen biológico y nuestro comportamiento cultural en la historia, el empeño parece haber resultado vano. Tiene pinta de que cada uno tenemos un esquema particular de valores jerarquizados, herederos de nuestra cultura y nuestro tiempo, y que, además, evoluciona con nuestra experiencia vital.

Sin embargo, lejos de la dicotomía semántica, que no exista un esquema absoluto no quiere decir que el conjunto y jerarquía de nuestros valores sea completamente relativo. Un relativismo radical no sólo es contradictorio en sí mismo sino impracticable. Toda organización humana requiere de cierta estructura moral compartida. De forma que si buscamos algún tipo de ética que sea universalmente compartida, será bajo la forma de un campo de fuerzas ético, con una gradación más o menos acentuada e incluso fluctuante de la obligación moral, una estructura asentada en las bases que compartimos como especie.

En esta primera entrada, recogeré algunas reflexiones sobre la búsqueda histórica de una ética formal en la filosofía, dejando para una segunda entrada la necesidad de precisar y matizar los conceptos y argumentaciones en los debates morales contemporáneos, para dar cabida a la complejidad moral de este campo de fuerzas que necesariamente ha de ser capaz de asimilar las aportaciones de la ciencia.

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Hermenéutica vs. Deconstrucción. Dos modos de cambiar el mundo ¿diálogo o ruptura?

Tasia Aránguez

El debate entre la deconstrucción y la hermenéutica, dos de las grandes corrientes posmodernas es, sin duda, uno de los grandes debates de la filosofía contemporánea. Este debate continúa abierto. Podemos reflexionar sobre la cuestión recordando el encuentro que hubo en 1981 entre Gadamer, principal representante de la hermenéutica y Derrida, el más insigne representante de la deconstrucción.

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La actualidad de «Ciencia y técnica como ideología» de J. Habermas

Javier Jurado

Ha pasado casi medio siglo desde que J. Habermas escribiera «Ciencia y técnica como ideología«. Era 1968, y el ruido de los movimientos estudiantiles de aquellos años convulsos acompañaba la gestación de esta breve pero potente obra. Sin embargo, a pesar de este medio siglo, hoy, en medio del ruido de los llamados movimientos sociales, este texto retiene gran parte de fuerza ante el discurso de la inevitabilidad de las supuestamente neutrales medidas técnicas en política y economía. Ciencia y técnica como ideología al servicio del poder se sostuvieron sólo mientras “el programa sustitutorio de las compensaciones sociales” típico del Estado del bienestar fue capaz de comprar la paz social. Si en Mayo del 68 los estudiantes pedían otra cosa, hoy contemplamos la resistencia de quienes se enfrentan a los que cuestionan la viabilidad del Estado del bienestar, prolongando esa misma conciencia tecnocrática.

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A propósito de «¿Dónde está la gran filosofía?»

Javier Jurado

Hace un par de años, Javier Gomá se preguntaba ¿Dónde  está la gran filosofía? en un artículo de lectura muy recomendable. Tres interrogantes sobre él:

1. Si es cierto que «en la abrumadora mayoría de los casos, la gran filosofía, pensadora del ideal en cuanto al contenido, suele ir aparejada a un gran estilo en cuanto a la forma«, ¿no será cómplice de su ausencia el barroquismo académico? ¿no será que la filosofía ha traicionado esa voluntad de mediodía que decía Ortega que estimulaba al filósofo auténtico, esa claridad y sencillez en el lenguaje, inmune a la acusación de simpleza y casi siempre merecedora de la de elegancia? ¿no será que por el afán de la innovación, por decir algo nuevo que no esté dicho ya, el filósofo se rodea con demasiada frecuencia de un halo de oscuridad lingüística para nutrir las apariencias?

2. Si es cierto que «la filosofía contemporánea ha desertado de su misión de proponer un ideal a la sociedad de su tiempo«, ¿no será porque sufre un cierto ninguneo como escarmiento por que algunos de sus filósofos auparan extremismos y totalitarismos en el pasado, aunque fueran utilizados sólo como coartada? ¿No será que muchos se llenaron la boca de grandes promesas filosóficas que nunca llegaron, y que han minado su credibilidad? ¿o será porque la filosofía se ha visto vencida por un sistema hedonista y de consumo tecnificado que anestesia toda conciencia crítica y la arrincona, haciendo de todo intento de ideal una necesaria ideología en la época del ocaso de las mismas? ¿será, quizá, porque la filosofía no atiende a la maximización inmediata del beneficio en el constante proceso de optimización de nuestro tiempo disponible? ¿o será por una mezcla de todas estas cosas?

3. Si es verdad que «En ausencia de gran filosofía, lo que con el nombre de filosofía encontramos en estos últimos treinta años se compone de una variedad de formas menores», ¿añora Gomá un retorno imposible de los grandes relatos, pues la postmodernidad ha apuntalado – entre tanta deconstrucción – un punto de no retorno? ¿o vivimos un tiempo de valle filosófico, como sucediera en tiempos del helenismo, a la espera del retorno de un nuevo discurso sobre la ultramodernidad como requiere J. A. Marina, como si a veces fuera necesario dar un paso atrás para tomar carrerilla?