Archivo de la etiqueta: Ortega y Gasset

¿Somos libres?

Javier Jurado

¿Hay causas ocultas que determinan las acciones que creemos tomar libremente? Filosofía y Ciencia se han preguntado por ello de forma recurrente. La reciente traducción de un artículo de R. M. Chisholm en este blog nos volvía a traer a colación el central problema de la libertad y el yo, auténtica piedra angular de toda la ética, de multitud de sistemas filosóficos y sostén de muchas teorías sociológicas, políticas, etc. Aquí van algunas reflexiones al respecto, hoy por hoy algo desoladoras y sin duda cargadas de perplejidad.

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Filosofa, ingeniero. Tensión diferencial y contraste

Javier Jurado

Artículo publicado en la revista BIT del COIT en el número 154, enero de 2006

Aquel que se pretende filósofo se hace pero también nace. Por ello, cualquier realidad en la que vive – como ser ingeniero de Telecomunicación – ha de acogerla, observarla y responder ante ella. Si, como decía Ortega, la claridad es la cortesía del filósofo, el filósofo – y más si es ingeniero – además ha de ser capaz de encontrar estructuras paralelas que faciliten la comprensión del entorno que observa, acudiendo a su cotidianeidad – inmersa entre cables, bits y ecuaciones – para dar respuesta a los interrogantes más radicales. Grandes filósofos han sido mediocres pedagogos, y sin embargo han sido capaces de sintetizar en metáforas y paralelismos sencillos e intuitivos la inmensidad de matices de su filosofía.

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Filosofa, ingeniero. Espacio y tiempo

Javier Jurado

Artículo publicado en la revista BIT del COIT en el número 182, agosto de 2010
(en la era antes de Whatsapp)

La filosofía siempre ha aspirado a la totalidad especulando sobre el espacio y el tiempo. Su concepción ha evolucionado conforme a la idea de ser humano de cada época. La ciencia y el curso de la historia han moldeado también estas nociones y en el mundo actual, revolucionado por las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), espacio y tiempo vertiginosamente reducidos plantean nuevos retos en nuestra interrelación.

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¿Qué sentido tiene la pregunta por el sentido?

Javier Jurado

En esta entrada ya bosquejé, entre otras cosas, la posibilidad de que la pregunta por el sentido de la vida, temática tan habitual en filosofía y en tantas otras expresiones culturales humanas, no fuera sino un subproducto de la historia evolutiva de nuestro cerebro que hubiese sido retenida como exaptación al resultar provechosa para nuestro comportamiento y organización social. Ello haría verosímil que cualquier posible respuesta a esta recurrente pregunta no fuese sino una simple ficción útil. Planteo dos posibles fuentes para la genealogía de este universal cultural humano que se pregunta por el sentido de la realidad.

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Filosofa, ingeniero. La distancia.

Javier Jurado

Artículo publicado en la revista BIT del COIT en el número 178, diciembre de 2009

La etimología de nuestra profesión [Ingeniero de Telecomunicación] nos conduce nuevamente a una reflexión filosófica. Dejando a un lado el ingenio que nos bautiza, la telecomunicación nos refiere rápidamente a dos realidades: empezando por el final, la de comunicar, que es hacer a otro partícipe de lo que uno tiene y para ello es extenderse, propagarse (RAE). Y esta acepción de comunicar nos lleva a la primera realidad, la tele-, la distancia, que el ingeniero se empeña en reducir.

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A propósito de «¿Dónde está la gran filosofía?»

Javier Jurado

Hace un par de años, Javier Gomá se preguntaba ¿Dónde  está la gran filosofía? en un artículo de lectura muy recomendable. Tres interrogantes sobre él:

1. Si es cierto que «en la abrumadora mayoría de los casos, la gran filosofía, pensadora del ideal en cuanto al contenido, suele ir aparejada a un gran estilo en cuanto a la forma«, ¿no será cómplice de su ausencia el barroquismo académico? ¿no será que la filosofía ha traicionado esa voluntad de mediodía que decía Ortega que estimulaba al filósofo auténtico, esa claridad y sencillez en el lenguaje, inmune a la acusación de simpleza y casi siempre merecedora de la de elegancia? ¿no será que por el afán de la innovación, por decir algo nuevo que no esté dicho ya, el filósofo se rodea con demasiada frecuencia de un halo de oscuridad lingüística para nutrir las apariencias?

2. Si es cierto que «la filosofía contemporánea ha desertado de su misión de proponer un ideal a la sociedad de su tiempo«, ¿no será porque sufre un cierto ninguneo como escarmiento por que algunos de sus filósofos auparan extremismos y totalitarismos en el pasado, aunque fueran utilizados sólo como coartada? ¿No será que muchos se llenaron la boca de grandes promesas filosóficas que nunca llegaron, y que han minado su credibilidad? ¿o será porque la filosofía se ha visto vencida por un sistema hedonista y de consumo tecnificado que anestesia toda conciencia crítica y la arrincona, haciendo de todo intento de ideal una necesaria ideología en la época del ocaso de las mismas? ¿será, quizá, porque la filosofía no atiende a la maximización inmediata del beneficio en el constante proceso de optimización de nuestro tiempo disponible? ¿o será por una mezcla de todas estas cosas?

3. Si es verdad que «En ausencia de gran filosofía, lo que con el nombre de filosofía encontramos en estos últimos treinta años se compone de una variedad de formas menores», ¿añora Gomá un retorno imposible de los grandes relatos, pues la postmodernidad ha apuntalado – entre tanta deconstrucción – un punto de no retorno? ¿o vivimos un tiempo de valle filosófico, como sucediera en tiempos del helenismo, a la espera del retorno de un nuevo discurso sobre la ultramodernidad como requiere J. A. Marina, como si a veces fuera necesario dar un paso atrás para tomar carrerilla?