La democracia por sorteo

Tasia Aránguez

Los partidos políticos, y también las asambleas de militantes de los movimientos sociales, generan dinámicas de exclusión. Forman élites y excluyen a otras personas del ámbito de la acción política. Quien no puede ser militante (a veces “hipermilitante”) queda fuera de la política. Este problema va más allá de la sustitución de espacios representativos por formas de democracia participativa. Las personas dedicadas a tareas de cuidado o quienes trabajan muchas horas al día difícilmente encontrarán deseable un sistema político consistente en la asistencia a asambleas.

Jaques Rancière sostuvo, en este sentido, que la política se basa en una división de los espacios y los tiempos. Tiene voz quien tiene tiempo y visibilidad. En esta entrada formulo un interrogante ¿podría el mecanismo del sorteo mejorar el carácter inclusivo de la democracia?

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La democracia representativa y el sorteo

La preponderancia de los partidos políticos en la democracia representativa obstaculiza la división de poderes, que debería ser una de sus enseñas, y contribuye a la formación de élites. Más allá de los problemas derivados de la «partitocracia», Bourdieu señala que hay algo inherentemente negativo en toda representación política. Las democracias representativas arbitran mecanismos dirigidos a encauzar a los grupos hacia el sistema representativo, forzándolos a desposeerse en beneficio de un portavoz para poder tener voz pública y capacidad de actuación.

Los individuos, en opinión de Bourdieu, quedan forzados a estar aislados, silenciosos y sin palabra; o a actuar por medio del portavoz. El efecto que se produce con la inversión inherente a la representación es el “fetiche político”, los representantes políticos aparecen revestidos de un carisma derivado de ese plus de poder, imbuidos en una trascendencia que realmente no les pertenece. Aquí se ve claramente la facilidad para la corrupción que tiene el mecanismo de la representación, pues la representación se basa en un mandato muy genérico, casi un cheque en blanco, y se ignoran las cuestiones a las que el representante tendrá que hacer frente. El hecho de hablar en nombre de alguien, implica la propensión de hablar en su lugar.

Tal vez el sorteo podría proporcionar un interesante contrapeso dirigido a corregir los vicios de la democracia representativa. Cuando observamos con atención el modelo político de la Atenas clásica, que se erige en el imaginario colectivo como paradigma de democracia directa, reparamos en un hecho que hoy día resulta sorprendente: el uso del sorteo para la selección de cargos públicos. El sistema político ateniense consistía en una combinación de la democracia directa con el mecanismo del sorteo.

Hay que señalar un aspecto interesante: 340px-discurso_funebre_periclesel sorteo no es un mecanismo electivo ni de democracia directa, sino de tipo distinto, ya que genera representación en sentido descriptivo, del mismo modo en que lo hace una estadística. Sin embargo, aunque poca gente duda de la capacidad representativa de la estadística, actualmente cuando se habla del sorteo como complemento o sustitución de la representación activa es frecuente encontrar una reacción de asombro y rechazo.

Cancio considera que la causa de esta reacción adversa es que la elección como mecanismo de selección del personal político se ha convertido en un fetiche que da la apariencia de decisión autónoma por el ciudadano cuando en realidad se circunscribe a un pequeño espectro de ofertas previamente delimitado (como en un mercado de competencia imperfecta). Este culto a las elecciones lleva a que casi instintivamente resulte repugnante la selección por sorteo.

Los atenienses pensaban que el sorteo parte de la igualdad de los ciudadanos para el ejercicio de las funciones públicas, mientras que la elección constituye un sistema aristocrático de selección, por lo que habrían calificado a nuestras democracias de meras oligarquías. En la época de Pericles la elección quedaba confinada a un número limitado de funciones para las que se consideraba necesario un conocimiento técnico especializado.

aristotelesEl sorteo fue considerado hasta el siglo XVII como la esencia de la democracia. Para Aristóteles, lo más significativo de la democracia era la alternancia de todos los ciudadanos en el papel de gobernante y de gobernado, posibilitada por el sorteo. Así, junto con la elección de personas por azar para tomar decisiones, se aplicaba la rotación frecuente de los cargos. El sorteo y la brevedad de los mandatos serían como buenos antídotos contra la profesionalización de la política y la consiguiente formación de una élite.

Las democracias representativas actuales nacieron como sistemas de gobierno que tratan de evitar los errores de las democracias de la antigüedad. Lo esencial no era lograr el autogobierno, que según el punto de vista moderno deriva en ignorancia popular, sino el consentimiento de los gobernantes, que sirve como límite al poder del Estado.

Hay tesis que defienden la recuperación del mecanismo del sorteo en las democracias contemporáneas para desarticular el monopolio de las élites generadas por los partidos políticos y la revitalización de la discusión y la deliberación pública. Así, Cancio propone la creación de una cámara sorteada que complemente a las cámaras que ya existen. Dicha cámara tendría funciones de control, de iniciativa legislativa y de elección de miembros del poder ejecutivo y judicial. El autor sugiere que podría haber cámaras semejantes en niveles territoriales menores.

La participación sería obligatoria, salvo causas justificadas, como el régimen actual de las mesas electorales; remunerada adecuadamente y con garantías de que la participación no perjudicase a la vida laboral. Cancio señala que el objetivo de las cámaras sorteadas no sería el incremento de la participación porque las posibilidades estadísticas de formar parte de la cámara seguirían siendo escasas, sino que “el objetivo principal y la fundamental ventaja o bondad de las cámaras sorteadas consistiría en mejorar la calidad del sistema representativo, pensado como un sistema de poderes y contrapoderes”. Permitiría la vigilancia más atenta de los líderes, que actualmente controlan la mayor parte de los mecanismos que en sus inicios fueron pensados como contrapoderes.

La democracia participativa y el sorteo

Dado que la democracia representativa, como señala Bourdieu, usurpa la voz de los individuos, podríamos deducir que podríamos conseguir una verdadera democracia evitando designar representantes e instaurando mecanismos por los que los individuos hablen por sí mismos.

23-jo-freeman-w245-h368Sin embargo, el desarrollo de estructuras de democracia directa y participativa no logra evitar el efecto de usurpación de la voz por parte de los representantes informales. Freeman advierte que cuando una organización rehúsa a designar a portavoces, las personas de esa organización que gocen de cierta notoriedad se verán forzadas por la prensa y el público a ejercer de portavoces, a hacer de «estrellas». La autora considera que las élites surgen de modo espontáneo en los movimientos sociales. La autora, que analizaba el movimiento feminista del que formaba parte, anima a indagar vías novedosas para evitar este problema, como los mecanismos basados en el sorteo.

Otro problema de la democracia participativa es el que se señalaba al comienzo de este artículo: gran parte de la ciudadanía no tiene suficiente tiempo para informarse y participar en los asuntos públicos ya que tiene largas jornadas de trabajo o responsabilidades familiares. Los movimientos sociales suelen exigir un alto grado de participación que resulta difícilmente compatible con otros menesteres. Me atrevo a señalar que las organizaciones obreras del siglo XIX y de comienzos del siglo pasado se construyeron en gran medida sobre la delegación del trabajo silencioso y de cuidado a las mujeres. Los grandes esfuerzos militantes suelen tener detrás la participación invisible de las personas eternamente subalternas.

Por tanto, los mecanismos que ponen en práctica la democracia participativa suelen dar voz a las personas que ya la tienen, personas de un nivel social elevado y con medios económicos. Estos mecanismos muchas veces excluyen a personas sin voz como inmigrantes, parados, amas de casa y otros grupos marginados.

Una democracia basada en una alta participación se encontraría también con el obstáculo de la ausencia de tiempo para que se produzca un debate de calidad, con suficiente información y sosiego. La democracia participativa puede conducirnos a futuros distópicos, como el de una sociedad hipermilitante pero desinformada, que participa en numerosos referéndums diarios, pero cuyo voto es instrumentalizado por lobbies; o bien el de una comunidad cuyas decisiones se toman por asambleas en las que, por falta de disponibilidad horaria, no pueden participar las madres lactantes, las personas que cuidan a ancianos, ni las personas con amplias jornadas de trabajo.

Por lo expuesto hasta aquí puedo concluir que la ciudadanía no desea sin más un aumento de participación en la toma de decisiones, sino que además aspira a que dicha participación sea de calidad. El mecanismo del sorteo puede contribuir a promover la máxima inclusión y a neutralizar los intereses personales de los “hipermilitantes”, “hiperactivistas” o “estrellas” de turno.

Controversias en torno a la democracia por sorteo

Frente al sorteo se ha planteado que la ciudadanía de a pie carece de conocimientos para participar en procedimientos de decisión sobre cuestiones complejas. De acuerdo con éstas tesis, es preferible la representación activa convencional, pues se puede constituir un parlamento de representantes elegidos por sus conocimientos y competencia.

Frente a esta crítica cabe alegar que el sistema representativo convencional, lejos de seleccionar a los individuos sabios o capaces, parece favorecer la formación de un grupo bastante hermético en el que en muchos casos resulta difícil vislumbrar las citadas virtudes. Por otra parte, incluso aunque, en un sistema representativo mejorado, se lograse elegir como representantes a los ciudadanos más sabios, no quedaría garantizado que por ser expertos actuasen de forma independiente. Los mecanismos de elección por azar tiene la ventaja de que no permitirían la formación previa de estructuras de intereses privados ajenos a la racionalidad deliberativa.

Otras críticas a la democracia por sorteo vienen de parte de los defensores de la democracia directa. Se argumenta que mientras que en la democracia directa toda la ciudadanía participa de forma activa en la toma de decisiones, con el mecanismo de sorteo la mayoría de las personas participa pasivamente. Solo una minoría es designada por el sorteo.

asambleaFrente a esta crítica hay que aclarar que el sorteo no debería plantearse como un mecanismo alternativo al incremento de la participación ciudadana. Por el contrario, puede ser un buen complemento, como ocurría en la Atenas clásica. Así, el sorteo puede contribuir a la realización del ideal de la democracia directa resolviendo algunos problemas que presentan éstas en la práctica. En particular, en el interior de organizaciones asamblearias, la elección por sorteo de unos miembros cualesquiera de la asamblea local para acudir a la asamblea regional trasladando los acuerdos de la asamblea local, puede ser una solución mejor que la elección activa de representantes. La elección activa favorece el surgimiento de líderes carismáticos y, si la elección es reiterada y se convierten en representantes más o menos permanentes dando lugar a una élite jerárquica.

Además, el sorteo podría limitar la preponderancia de activistas y militantes que acaban controlando las estructuras políticas por su persistencia y posibilidades de dedicación temporal, permitiendo participar a los sectores más marginados de la población.

Otra crítica esgrimida por parte de los defensores de la democracia directa es que el sorteo, según como se haga la selección de criterios que garantizan “el carácter descriptivo de la muestra” puede generar un efecto sesgado. La selección de cualidades que resultan representativas es, en todo caso, algo subjetivo y cuestionable. En rigor, ningún sujeto puede representar a otro, y menos aún, a su voluntad.

Esto es especialmente significativo cuando el sorteo se usa tras un filtro de cualificación en la pool (por ejemplo, si se exigiese que los representantes azarosos tengan bachillerato). Tampoco será representativo el azar cuando quepa la posibilidad de rechazar la elección una vez que te han designado (sin que medie ninguna causa justificable).

En relación con el filtro de cualificación, puede estar justificado para determinados puestos como profesores, jueces o expertos; pero se ha de ser prudente en la aplicación de dichos filtros ya que restringen significativamente las ventajas que presenta el sorteo y que son, como señala Delannoi, la igualdad y la imparcialidad; es decir, sus efectos igualitarios.

Aunque algunos filtros de la muestra serían, como se indica, indeseables, otros podrían ser altamente positivos, como los que persigan la representación proporcional de sexos, grupos de edad o de poder adquisitivo.

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En conclusión, considero que el sorteo es un mecanismo imprescindible para afrontar los problemas que presentan tanto la democracia representativa como la democracia participativa. Su indagación es especialmente necesaria en el caso de los movimientos políticos innovadores, que aspiren a superar los modelos vigentes y que deseen fomentar una democracia participativa integradora y de calidad.

Como apunte final me gustaría señalar que además del sorteo hay otros mecanismos que podrían mejorar la calidad democrática. Uno de ellos es la rotación. Esta podría resolver algunos de los retos asociados a los mecanismos democráticos basados en la representación estadística. Por ejemplo la paridad entre mujeres y hombres está destinada a que las listas reflejen la distribución de sexos de la sociedad. Las listas cremallera son un complemento a la paridad que permite que las mujeres no queden relegadas a los últimos lugares de las listas y, por tanto, que realmente puedan participar de la vida política. Sin embargo, las listas cremallera no logran evitar la desproporcionada presencia masculina en la cabeza de las listas. La rotación (en este caso alternancia en el tiempo) podría ayudar a que en cada legislatura la persona que encabezase la lista fuese de un sexo distinto.

Puntos de apoyo

J. Rancière, La división de lo sensible. Estética y política.

P. Bourdieu, La délégation et le fetichisme politique

J. Freeman, La tiranía de la falta de estructuras

J. Cancio, Invitación a un debate: el sorteo y las cámaras sorteadas como mejoras institucionales de la democracia

B. Manin, Los principios del gobierno representativo

H. Harms, La necesidad de repensar la democracia II

G. Delannoi, On several kinds of democracy

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