José Masot
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Es indiscutible que existen imágenes del horror. El horror no es innombrable como quería Lyotard. Una vez que el horror ha sido presentado en una imagen, la discusión debe ser la utilización ética y política de dicha imagen. ¿Qué hacemos con ella? Podemos renegar de ella y pedir que sea destruida o podemos poner nuestro dedo acusador en la llaga.
En esta entrada analizo el recorrido que ha tenido y tiene esta famosa imagen de Saigon execution de 1969 que fue premiada con el premio Pulitzer. Una imagen del horror que forma ya parte de nuestra memoria colectiva, que fue manipulada y reactivada o, como le gusta decir a Didi-Huberman, “desplazada a otro nivel de legibilidad”. Esta obra original y sus reactivaciones reabren el viejo debate sobre si el horror es irrepresentable y sobre si el arte debe encargarse del horror.


las personas es bastante infeliz. Muchas personas se encuentran devastadas por el sufrimiento y otras han sido corroídas por el prolongado aburrimiento. La mayoría de las personas, sin embargo, se mantienen en un estado de moderada infelicidad. Saben lo que quieren y se esfuerzan por su consecución con el éxito suficiente para no sufrir mucho, pero con la dosis necesaria de fracaso como para no aburrir se demasiado. Esto genera una cierta alegría melancólica, una serenidad que es el estado mejor que puede alcanzar la gente normal, independientemente de que sea pobre o rica. Según el filósofo existen tres vías que pueden liberar del sufrimiento a las personas extraordinarias.
