Javier Jurado
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En estos días, la cuestión catalana ha generado enormes espacios de discusión sobre muy diversos conceptos: nación, legitimidad, disidencia, democracia, derechos,… En todos ellos se rememoran de una forma u otra tradiciones y discusiones de la filosofía política, y se reconstruyen o edifican armazones racionales de argumentos para apuntalar las diferentes posturas. Sin embargo, con una mínima meditación a nadie se le escapa que en el fondo de estos armazones, los cimientos se hacen barro y resultan ser no más que inclinaciones irracionales, espontáneas e instintivas, propias de los animales sociales que somos. Aquí va una modesta reflexión que pretende alumbrar algo este laberinto y contribuir a clarificar el espacio para un auténtico diálogo posibilista.
Parlem
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