Tasia Aránguez
Nussbaum, en su libro Las fronteras de la justicia, sostiene que las personas ciegas, sordas y que usan sillas de ruedas pueden realizar una amplia variedad de trabajos a un nivel tan elevado como el de cualquier otra persona. Si eso se cuestiona no es por nada inherente a tales discapacidades, sino porque la organización social es discriminatoria y el entorno social y laboral no está adaptado a esas características distintas. Esa falta de adaptación es precisamente lo que causa que sus capacidades de acción se vean limitadas. Las teorías filosóficas de tipo contractualista están en la raíz de esta discriminación.