Jesús M. Morote
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Los llamados «cuadernos negros» (schwarze Hefte) de Martin Heidegger son unos cuadernos manuscritos (de cuyas cubiertas de color negro reciben el nombre) que el filósofo alemán dejó con órdenes de que se fueran publicando después de su muerte. Van apareciendo poco a poco, siendo la más reciente la publicación en 2015 de las notas del periodo 1942-1948. En el diario alemán Die Welt, Markus Gabriel, profesor de Filosofía de la Universidad de Bonn, ha publicado una reseña sobre los aspectos más relevantes de las notas manuscritas de ese periodo, bajo el título «Las tesis repugnantes de Heidegger sobre el Holocausto», y comienza el texto con la siguiente frase: Donde se cumple el «Destino», no cabe culpa alguna.

La moral era para él sólo un telón de fondo (1933)
Constata Gabriel, en primer lugar, que la afinidad de Heidegger con el nacionalsocialismo es algo muy conocido ya. Pero lo que aflora en esta nueva entrega de los cuadernos negros es algo más profundo: la conexión de la ontología heideggeriana con la justificación del Holocausto.
Resume Gabriel con precisión, rigor y brevedad, el pensamiento ontológico de Heidegger: Heidegger opina que la humanidad padece, desde los antiguos griegos, el olvido del ser. El ser es el nombre que da Heidegger a un enigma. Ese enigma consiste en que todo lo que se nos presenta generalmente como tema de reflexión pertenece a un contexto. Ese contexto tiene que hacérsenos patente. Heidegger lo llama «apertura del claro», o sea, «verdad».
Continúa Gabriel: ¿En qué contexto se nos hace patente la apertura? No hay una respuesta simple a eso, sino solamente una históricamente variable. El tiempo nuevo significa que la apertura del mundo a la reflexión se rige mediante una ciencia gestionada democráticamente, que los griegos vieron como una posición contraria a la Filosofía. Heidegger rechaza ambas posturas y quiere arrostrar «otro comienzo». El supuesto error de Occidente, el ser como un objeto, como un mundo que se puede pensar a gusto y manipulación de cada cual, debería ser superado (…) Ahora bien: lo no dicho que anuncia Heidegger no es sólo la ambigüedad del lenguaje que nunca se puede eliminar de forma puramente técnico-científico-lógica. Más bien opina Heidegger que lo propiamente no dicho se manifiesta en el acontecer histórico del mundo, el «destino». Ante eso los alemanes de 1933 fueron afectados por un «destino malvado», del cual no tenían culpa alguna. Porque el destino no es ninguna categoría moral. La moral es solamente «decorado» y «fachada», tras la cual se esconde un «antiguo espíritu de venganza».
El argumento subsiguiente de Heidegger horroriza a Gabriel. Dice aquél: «Los sistemas modernos de dictadura absoluta provienen del monoteísmo judeocristiano». Y apostilla Gabriel glosando el pensamiento de Heidegger: La moral también forma parte de ello. Y, por otro lado, ha sido «lo foráneo» lo que ha llevado al nacionalsocialismo a la autodestrucción de Europa. Hitler y sus «funcionarios» han convertido, a los ojos de Heidegger, el auténtico nacionalsocialismo «en algo criminal». Lo que atestigua una «brutalidad obtusa».
La conclusión es que, realmente, el Holocausto se produce por la judaización de los burócratas nacionalsocialistas. Éstos, al incurrir en el pensamiento técnico-científico-lógico, son víctimas del pensamiento monoteísta judeocristiano. Pero, al hacer eso, se limitan a cumplir su «destino». No pueden elegir. Dice Gabriel: Culpa y disculpa no caben en el universo del pensamiento del ser: «La fatalidad de la guerra no puede explicarse de forma político-moral; todas las perspectivas de la acusación y de la disculpa se quedan pequeñas». Heidegger ve en la «reeducación» del malhechor tras la guerra una «petulancia tan grande» como en el malhechor mismo, imputando como culpa lo que es cumplimiento del destino.
A eso lo llama Gabriel la repugnante tesis de un autoexterminio del «judaísmo». El judaísmo sería «en el espacio temporal del Occidente cristiano, es decir, de la metafísica, el principio de la destrucción». Ello culmina en Marx.(…). En palabras del propio Heidegger: Cuando al principio la esencia «judía» en el sentido metafísico lucha contra lo judío, se alcanza el punto culminante del autoexterminio en la historia.
Y continúa Gabriel: El mismo Heidegger aniquila todas las cosas y cada una de ellas en su panorama delirante: los alemanes, Europa, incluso la humanidad misma. Es relevante que Heidegger no tenga nada que objetar. Es decir, quiere restituir de forma radical «lo in-humano», lo «no propio del hombre». Para eso apareció tras la guerra la conocida obra de Heidegger «Carta sobre el humanismo».
En una entrada de este mismo blog ya he comentado el modelo moral de Heidegger basado en la irresponsabilidad. Esta entrega de los cuadernos negros, como nos comenta Gabriel, confirma esa tesis. Por ello conviene reflexionar profundamente sobre la enorme influencia de Heidegger en la Filosofía del siglo XX, influjo que aún mantiene sobre numerosos pensadores de la actualidad, a la vista de las repugnantes consecuencias morales que se derivan de las ideas de aquél. Como concluye Gabriel el artículo: No deberíamos cerrar los ojos ante todo eso.
¿Un filósofo desilusionado…?
http://morenoclaros.blogspot.com.es/2015/10/cuadernos-negros-de-heidegger.html?spref=tw&m=1
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Enriqueciendo los descubrimientos en los cuadernos negros: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/04/09/actualidad/1397054643_204960.html
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