La incendiaria propuesta queer de P. Preciado. Sexo, género y poder

Tasia Aránguez

En su incendiario ensayo autobiográfico “Testo Yonqui”, bp1Preciado reflexiona, en clave queer, sobre el género, el sexo y el poder. Preciado describe la opresión que todas las personas padecen en el sistema sexo-género, y no solo las mujeres o las personas queer (de sexualidades disidentes).

En este artículo realizo una síntesis didáctica de las controvertidas tesis enunciadas en esta obra. No voy a cuestionar aquí sus postulados, porque la extensión de este escrito sería excesiva. Animo a que se lea la segunda parte de este artículo en el que rebatiré los aspectos que no comparto. Expongo las ideas de este autor porque es uno de los más relevantes de la teoría queer y del feminismo actual, pero adelanto que no suscribo muchas de sus tesis.

Dispositivos de control de género

Preciado señala que, aunque el sistema nos oprime a todas las personas, las mujeres salen perdiendo. Por ejemplo, Preciado sostiene que el tiempo opera de modo distinto sobre las mujeres y sobre los hombres. La feminidad se devalúa tres veces más rápido que la masculinidad. En el mercado heterosexual de la seducción, una mujer de cuarenta y cinco años está fuera del mercado, mientras que un hombre debe esperar a los sesenta y cinco para quedar obsoleto.

“Podríamos calcular la edad real en la economía heterocapitalista de una mujer sumándole quince años para acercarle a su equivalente masculino, restándole dos por cada suplemento de belleza (talla de pecho, delgadez, largura y espesor del pelo, etc) y sumándole dos por cada detrimento político y social (divorcio, número de hijos (cada hijo suma dos años), desempleo, etc). tomemos un ejemplo: Helene tiene treinta y dos años, es una bio-mujer divorciada con un hijo, se conserva en buena forma, hace yoga, es guapa, aunque no tiene un cuerpo perfecto, está delgada y trabaja en una compañía de seguros: 32+15+2+2-2-2-2=45. Esta es la dura realidad. tendrá que dejar de pensar que tiene unos frescos 32 años, porque su edad real en la economía heterocapitalista es de cuarenta y cinco años. Bye, bye, Helene. Otra posible solución para Helene es pasar al mercado de la economía lesbiana paralela donde la edad real disminuye drásticamente. Así, una mujer que en la economía heterocapitalista tiene cuarenta y cinco años puede formar parte del mercado lésbico con un estatuto de cuasi adolescente. Bingo.”

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Preciado sostiene que las figuras del macho alfa y de la mujer femenina son producto de dispositivos de control. Fuera de los dispositivos de control no hay ni hombres ni mujeres, ni heterosexuales ni homosexuales. La violencia de género es la violencia del sistema de género.

En la sociedad, mujeres y hombres reciben mensajes que intentan moldear su identidad. Las mujeres son adoctrinadas por imágenes difusas como “el coraje de las madres, el deseo de un hijo, la vergüenza de la desfloración (…) quedarse en casa, cuidar el pelo, la moda, decir sí cuando quieres decir no, el miedo a envejecer, la necesidad de estar a dieta, el imperativo de la belleza, la compasión, la cocina, la sensualidad (…) resignarse, depilarse, los buenos olores, los colores pastel, la sonrisa, la momificación en vida del rostro liso de la juventud, el amor”.

Los hombres también son adoctrinados por mensajes como “el futbol, mandar, saber dar una hostia cuando es necesario (…) la guerra, la velocidad, el sexo, que se te levante, saber beber, saber ganar dinero (…) el bar, las putas, el boxeo, el garaje (…) mantener a una mujer, las películas de terror, el porno, el juego, las apuestas, los ministerios, el Gobierno, la empresa, la charcutería, la pesca y la caza (…) cerrar el ano (…) la inteligencia, el saber, la obsesión sexual”. Preciado no sostiene que todas los hombres sean así, o que todas las mujeres sean así, sino que mujeres y hombres reciben estos mensajes.

La prótesis de silicona, la felación y la doble penetración, comparten una misma dinámica que relaciona al cuerpo con el poder. Podríamos caer en la tentación de representar esta relación según un modelo dialéctico de dominación/opresión, mediante el cual un poder líquido se infiltra en el cuerpo dócil de las personas. Pero no, no es el poder el que infiltra desde fuera, sino que es el cuerpo el que dice “fóllame”, mientras busca formas de autoexterminación.

La teoría queer

La teoría queer surgió a partir de un movimiento de lesbianas, gais anticapitalistas y transexuales que se oponían a los protocolos médicos. La teoría queer propugnaba la disolución de la identidad sexual en una multiplicidad de prácticas y a la invención de nuevas sensibilidades y nuevas formas de vida.

Una parte del activismo homosexual, durante los años noventa, reaccionó contra las demandas de gais y lesbianas de integración en la sociedad heterosexual dominante (matrimonio, adopción, poder económico, etc). Se trataba de grupos que se consideraban fuera del modelo de homosexualidad capitalista y guapa (dólar rosa) que se estaba difundiendo. Tomaron la palabra “queer” (raro) con la que se les insultaba y se reapropiaron de la misma. El movimiento “queer” quiere ser la voz de las personas que han sido invisibilizadas o marginadas incluso dentro del mundo homosexual: las lesbianas, los gays “pasivos” (hacen suyo el término “marica”), las personas transexuales, los intersexuales, bisexuales y travestis.

queer1-300x300La teoría queer también surge de una crítica al feminismo. En los años ochenta de Lauretis se pregunta cuál es el sujeto del feminismo y llega a la conclusión de que el feminismo funciona como un instrumento de control cuando reduce su sujeto a las mujeres, porque la neutralidad del término mujer oculta muchos aspectos de la subjetividad como la raza, la clase, la sexualidad, la edad, etc. Por eso la autora sostiene que el sujeto del feminismo no debería ser la mujer, sino la subjetividad creativa, capaz de construir su propia vida y su propia representación.

La teoría no comparte la dicotomía hombres (opresores) y mujeres (oprimidas) que traza el feminismo tradicional. La teoría no considera que el sujeto del feminismo deba ser la mujer y manifiesta incomodidad ante el papel de víctima que, señala Preciado, el feminismo atribuye a las mujeres.

El feminismo de Gayle Rubin, Judith Butler o Teresa de Lauretis, no habla de la mujer blanca, heterosexual, sumisa y de clase media. La teoría queer es un feminismo de los monstruos, de las personas excluidas y marginadas. Despentes llama a esto el despertar crítico del “proletariado del feminismo”, protagonizado por las prostitutas, las lesbianas, las violadas, los hombres disidentes, los marimachos, las personas transexuales, las mujeres que no son blancas…en definitiva, sostiene Preciado, “casi todos”.

Hay varios hitos teóricos en la teoría queer. Un primer hito es el protagonizado por teóricos como Foucault y Wittig, que señalan que el heterosexual es un régimen de control clave en la diferencia entre hombres y mujeres, y que transforma la resistencia a la normalización en patología.

Un segundo hito es la teorización sobre los procesos culturales y de modificación del cuerpo que inciden judithbutler2013sobre la normalización de las diferencias entre los géneros. En este terreno son fundamentales las aportaciones de Judith Butler. Butler considera que el género son reglas y convenciones que producen al sujeto que pretenden describir. El género no es una esencia, sino una práctica discursiva y corporal a través de la que la persona adquiere entidad social. Preciado sostiene que el género condiciona la manera en la que percibimos las emociones, los deseos y la identidad. El género nos hace sentir como verdades evidentes “soy mujer”, “soy homosexual”.

Un tercer hito de la teoría queer es el cuestionamiento de la existencia de solo dos sexos como unidades biológicas. Esto fue cuestionado por Anne Fausto-Sterling, entre otras voces. Un cuarto y un quinto hito son, respectivamente, las reflexiones de la teoría decolonial como la de Spivak o Angela Davis, y las del llamado feminismo “pro sex”, con voces provenientes del trabajo sexual.

¿Cómo podemos subvertir el sistema sexo-género?

En opinión de Preciado hay que crear imágenes disidentes y formas de deseo rupturistas, que se alejen de la sexualidad y del amor romántico como instrumentos de dominación de un género sobre otro. No hay que negar el sexo, sino subvertirlo.

En este sentido, adquiere sentido la sexualidad lésbica, y la frase de Jill Johnston de “hasta que todas las mujeres no sean lesbianas no habrá revolución política”. El amor lésbico ofrece a las mujeres la posibilidad de salirse del papel automático e inconsciente de parte dominada.

También en este sentido, como forma de identidad sexual disidente, cabe entender la apuesta de Preciado por chutarse testosterona para hacer de ella algo distinto a una mujer. La testosterona aumenta su deseo sexual y su potencia física, pero no la toma por eso, sino porque le permite sentir que está transgrediendo los límites de sexo y género que le fueron impuestos. Camina entre dos estados (hombre y mujer), y así alcanza una nueva plataforma afectiva, que no es masculina ni femenina.

Preciado, medio en broma, nos dice que no entiende porqué no hay hoy una masa de mujeres consumiendo testosterona para acceder a la posición hegemónica de poder. Llega a señalar, “quizá, las mujeres no quieren el poder y prefieren seguir teniendo excusas para no triunfar, para no ganar dinero, para no tomar decisiones por sí mismas, para no tomar decisiones en los países en los que habitan, para no ser las únicas responsables de su placer sexual, de su mediocridad o de su éxito. Por supuesto, la masculinización hormonal no es el único modo de acceder al poder político, pero es un modo rápido, que genera gran confusión social, un modo de dinamitar para siempre la hegemonía natural de los brazos peludos”.

Y formula una provocadora utopía, “estas biomujeres camufladas en cuerpos masculinos serían capaces de engendrar y dar a luz (…) Poder, chicas, orgasmos, adrenalina, lujo, reconocimiento social, éxito, potencia, camaradería, ascenso económico. En un plazo de seis meses, esta es la plusvalía social que procura a una bio-mujer la ingestión de testosterona. Es una plataforma abstracta de producción de poder”. Eso nos conduciría hacia “la especie de los que vienen después de esta esquizosexualidad de ser hetero u homosexual, de ser tío o tía”.

birthTal vez la más sugerente de las formas de crear identidades disidentes que plantea Preciado sea la metodología “Drag King”. La idea de la que parte esta técnica es la formulada por Butler en “El género en disputa”, la de que la masculinidad y la feminidad, es una performance, una forma de estilo corporal y de teatralización ante las demás personas. 

La masculinidad es un lugar de dominación que permite hacer creer al otro que el poder lo tienes tú, y que tú puedes darle a otro el estatuto de masculinidad que necesita para pertenecer a la clase de los dominante.

La técnica “Drag King” consiste en modificar la marcha, el habla, sentarse, fumar, la mirada, comer, sonreír, la distancia entre las piernas, la velocidad de los brazos, que son examinadas como signos culturales de la construcción del género. Pero además de ello se realizan narraciones personales, que no se basan en expresar cómo los hombres dominan a las mujeres, sino en los episodios de resistencia ante esa dominación.

Preciado denomina a esta metodología “queer análisis”, al considerarla una cura psicológica contra los patrones de sumisión femenina. Afirma que, cuando asistía a estos talleres y se sentía un hombre, le daba un subidón sexual y una inmensa sensación de poder.

En síntesis, Preciado propone, como estrategia contra el sistema sexo-género, realizar métodos de reprogramación del género y modificar los esquemas de deseo y del placer. Considera que la aplicación colectiva por parte de las mujeres de estos ejercicios podría modificar el orden social. El objetivo último es dejar de hacer aquello que el género promueve, abandonar los espacios de victimización, del cuidado, de la dulzura, la seducción, la disponibilidad y la escucha.

Preciado afirma “no tomo testosterona para convertirme en un hombre, ni siquiera para transexualizar mi cuerpo, simplemente para traicionar lo que la sociedad ha querido hacer de mí”. En una próxima entrada rebatiré los aspectos que no comparto.

Puntos de apoyo

Beatriz Preciado: «Testo Yonqui»

Teresa de Lauretis: «Eccentric subjects«

Judith Butler: «El género en disputa«

5 comentarios en “La incendiaria propuesta queer de P. Preciado. Sexo, género y poder

  1. Leo Z

    Hola Tasia. Qué alegría encontrarme esto por aquí… Actualmente me encuentro con el TFG y esta es mi materia de estudio. Me encantaría poder estar en contacto contigo y compartir algunos asuntos, no es fácil tropezar con gente involucrada. Mis felicitaciones

    Un saludo

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  2. Pingback: Sobre la mujer como sujeto del feminismo. Lectura crítica de “Testo Yonqui” de Paul Preciado | La galería de los perplejos

  3. Elías

    Saludos, Tasia.

    Dices: “Sobre el fondo del comentario, no estoy de acuerdo en ubicar a la teoría queer en una posición culturalista y antibiológica. Lo que ocurre es que la teoría queer rompe con la distinción que traza el feminismo tradicional entre sexo y género.”

    Discúlpame, creo entonces que interpreté mal el texto que decía: “….sobre la normalización de las diferencias entre los géneros. En este terreno son fundamentales las aportaciones de Judith Butler. Butler considera que el género son reglas y convenciones que producen al sujeto que pretenden describir. El género no es una esencia, sino una práctica discursiva y corporal a través de la que la persona adquiere entidad social. Preciado sostiene que el género condiciona la manera en la que percibimos las emociones, los deseos y la identidad. El género nos hace sentir como verdades evidentes “soy mujer”, “soy homosexual”.

    Es decir, tal como interpreté el texto, y al parecer erróneamente, era que el género se reducía a reglas y convenciones que “producían” al sujeto. Es decir, que el género no se apoya en lo biológico para poder ser sino que el género se reducía a ser una mera construcción social.

    En cualquier caso espero, y seguro que será tan bueno como éste, tu nueva publicación en referencia a la cuestión que nos ocupa.

    Un cordial saludo.

    PD: Sí, quizá tengas razón y sea mejor hablar en términos de persona y no de hombre. Discúlpame mi absurda provocación. Por cierto, no tengo ni idea de cómo se da al “me gusta”. Intento darle pero me sale un cuadro de diálogo que no entiendo. En cualquier caso quiero que sepas que me “gusta” tu comentario.

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  4. tasia1987 Autor

    Gracias por el elogio, Elías. Agradezco también a quienes leen los artículos. Es gratificante poder mantener debates filosóficos y poder compartir las lecturas con otras personas que comparten nuestro interés por la filosofía.

    La palabra persona podría bien sustituir la de «hombre» para evitar el problema del universal masculino.

    Sobre el fondo del comentario, no estoy de acuerdo en ubicar a la teoría queer en una posición culturalista y antibiológica. Lo que ocurre es que la teoría queer rompe con la distinción que traza el feminismo tradicional entre sexo y género.

    Por eso el hecho biológico de la intersexualidad (existencia de personas que poseen caracteres sexuales, diferencias cromosómicas o diferencias hormonales que dificultan su designación a un sexo determinado) es muy importante para la teoría queer. Fuera de los casos considerados de interesexualidad, hay una amplia variedad biológica entre las personas consideradas mujeres y las consideradas hombres, que conducen a que la diferencia sexual tenga toda una gama de grises.

    Si además añadimos a ello la tecnología que permite utilizar prótesis de silicona, cirugía que modifica el aspecto físico, hormonas para regular la menstruación o los efectos de la menopausia, o para «virilizar o feminizar» el cuerpo, y otros artefactos que permiten emular la apariencia sexual; todo se vuelve aún más confuso. La teoría queer cuestiona la división entre lo natural y lo artificial.

    Las personas pueden jugar con todos esos elementos, de modo que el sexo (y no solo el género) se convierte en performance. En este sentido la teoría queer es materialista y está muy preocupada por las ciencias y por la bioética. La teoría queer no niega lo biológico sino que, por el contrario, se muestra sorprendida ante su diversidad.

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  5. Elías

    Tasia, he de felicitarte por tan magnífico texto, independientemente de que se esté, ya sea total o parcialmente, o no de acuerdo con él. Las propuestas de la autora son de una radicalidad absoluta. Aunque la radicalidad no es prueba de nada; ni de su verdad ni de su falsedad. En realidad, y desde el punto de vista filosófico, dichas propuestas están basadas en una teoría culturalista en torno al hombre (con perdón). Es decir, que el género es una mera construcción social y que nada tiene que ver con la naturaleza biológica de los seres humanos. O dicho de otra forma, que el género nada tiene que ver con el sexo. También me llama poderosamente la atención que se defienda la existencia de más de dos sexos independientemente del número de sexos postulados y la razón de los mismos.

    En principio la cuestión de los sexos es puramente biológica mientras que la del género si que es discutible más allá de lo biológico. Aunque supongo que muchos defenderán que el relato científico se forja desde lo cultural (desde un determinado poder) y que por tanto la cuestión de los sexos no es propiamente una cuestión biológica sino, e igualmente, una cuestión cultural. Al final todo se reduce a lo cultural como una lucha de poder y la ciencia es eliminada como una instancia objetiva que pueda arrojar luz sobre determinadas cuestiones.

    Frente aquellas concepciones que consideran que el hombre (con perdón) se constituye únicamente, y por vía directa, desde lo biológico nacería una nueva propuesta que consideraría que el hombre (con perdón) se reduce o se constituye desde lo meramente cultural. Desde mi punto de vista dos tipos diferentes del mismo reduccionismo. Habría una tercera postura en la cual se consideraría que el hombre (con perdón) es en parte una construcción cultural pero apoyada en una determinada naturaleza biológica que es la que permitiría o no determinadas construcciones culturales. Es decir, el género sería en parte biológico y en parte cultural pero no toda construcción cultural sería adecuada a una determinada naturaleza biológica.

    Un saludo cordial

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